El periodismo de investigación es un instrumento estrictamente necesario para el buen funcionamiento de una democracia. Es una ingrata actividad gracias a la cual se publica información importante para la sociedad, pero que permanecería oculta si no fuera por la valiente y persistente labor de las y los periodistas que se dedican a ello. El periodismo de investigación revela información que puede tener impactos importantes en el ánimo de una sociedad, lo cual puede provocar cambios en las políticas públicas o en leyes y reglamentos; puede descubrir y propiciar que se castiguen casos de corrupción y de malversación de fondos públicos; y puede también obligar al cambio de funcionarios públicos y hasta de gobiernos completos. Ejemplos, hay muchos.
El propósito último del periodismo de investigación es el de proteger el interés público mediante la revelación de abusos de poder en las esferas de lo público y lo privado, aspecto que alguna vez contribuyó para que a la prensa se le reconociera como el cuarto poder. Es un tipo de periodismo que se diferencia claramente de la publicación de noticias de todos los días, y que suele ser más costoso y mucho más peligroso de ejercer. Es, al final del día, una actividad incómoda para muchos que está cotidianamente expuesta a las amenazas, tácitas o explícitas, de los sujetos en los que pone la mira.
El periodismo de investigación es una de las actividades que más están padeciendo con la llegada al poder de demagogos y populistas en varios países, para quienes su aniquilación es siempre uno de sus objetivos primordiales. El caso de México es ejemplar en el contexto internacional, lo que hace que dicha actividad se vea forzada a distraer su atención y no pueda enfrentar eficazmente otras amenazas reales que tiene que combatir con recursos disminuidos. Una de esas amenazas proviene de la transformación digital.
Las concentraciones de grandes compañías de medios y la irrupción de plataformas digitales que difunden todo tipo de noticias, ha dificultado la sobrevivencia del periodismo de investigación pues una mayor competencia por los ingresos publicitarios dentro de los conglomerados de medios ha favorecido la publicación de noticias fáciles de digerir por el público, y desfavorecido la asignación de presupuestos para el periodismo de investigación.
La concentración de medios digitales es una preocupación creciente no sólo porque genera efectos bien conocidos en competencia económica, como la capacidad para mantener precios más altos que los que se tendrían en un ambiente de competencia, sino porque el poder de mercado de los grandes consorcios de medios suele traducirse en pérdida de pluralismo y de diversidad, desincentiva al periodismo de calidad, facilita la manipulación de la opinión pública y en consecuencia se traduce en una amenaza potencial para la democracia.
A pesar de la enorme complejidad que presenta la economía digital, el remedio natural tradicionalmente aplicado contra la concentración excesiva de medios es la revisión de concentraciones antimonopolio usando las mismas herramientas analíticas de siempre, a pesar de que la era de las plataformas digitales eso se está revelando como algo completamente insuficiente. A pesar de ello, las iniciativas de modernización y actualización de los marcos regulatorios para hacer frente a estos nuevos fenómenos se han enfrentado a barreras de todo tipo, desde las levantadas por mera ignorancia, hasta la cerrazón y las indefendibles resistencias al cambio de los órganos reguladores y de competencia que hemos observado de manera particularmente dura y persistente en México.
Desde una perspectiva comercial, la prioridad de las diferentes plataformas es la experiencia del usuario. Para las plataformas de redes sociales, el objetivo es garantizar que los usuarios permanezcan en su sitio web el mayor tiempo posible; para los agregadores de noticias y las plataformas de búsqueda como Google, la esperanza es convencer a los usuarios para que sigan regresando. En cualquier caso, la naturaleza y calidad de las noticias, y el impacto de sus decisiones comerciales en los editores de noticias, es solo una consideración secundaria. No tienen los incentivos necesarios para privilegiar las noticias de interés público, como el periodismo de investigación, sobre los contenidos más comerciales.
Es cierto que, desde la óptica de la teoría económica predominante, la industria periodística está siendo sustituida por plataformas digitales mediante un proceso que se puede identificar como de destrucción creativa, que ya ha sido observado en muchos otros sectores y momentos. Pero el problema para el tema que nos concierne es que ese fenómeno está destruyendo un modelo de negocio que permitió a los medios de comunicación producir periodismo de investigación durante muchos años.
El reto ahora es encontrar nuevos modelos de negocio que funcionen en la nueva economía digital y que aseguren la sobrevivencia de ese tipo de periodismo. Hasta ahora, uno de los modelos más recurridos es el de <i>paywall</i>, o muros de pago, que exige una contribución pecuniaria para poder acceder a las noticias en línea. Al revisar los datos y las opiniones de los analistas de estos casos queda claro que los resultados son muy variados, que los casos de éxito se cuentan con los dedos de una mano y que al no haber una receta universal hay que seguir analizando el tema casuísticamente.
Si queremos llegar algún día a tener una democracia funcional, tenemos el deber cívico de seguir defendiendo el periodismo de investigación. Por ello aprovecho este espacio para invitar a estudiantes universitarios a participar en el 2° Concurso de Ensayo sobre Regulación Económica, con el tema de los desafíos del periodismo de investigación en la era digital. Su participación es importante en esta encrucijada.