Una ciudad es tan eficiente como la suma de las eficiencias ecosistémicas alcanzadas en ciertas dimensiones básicas: la físico-espacial, la energética, la económica, la ambiental y la social.

Eficiencias físico-espaciales: surgen de las oportunidades para capturar el aprovechamiento potencial del suelo. El aprovechamiento potencial se refiere al mejor uso que se le puede dar a un predio en un periodo dado y suele depender de decisiones gubernamentales para crear o proteger bienes públicos, o del valor del suelo interpretado como una función hedónica, o bien de una combinación de ambos aspectos. La función hedónica del valor del suelo incluye el tamaño del predio, la localización relativa, las características del entorno, la accesibilidad bidireccional entre el predio y otros destinos relevantes, la calidad del equipamiento y de la infraestructura, y de la mezcla y niveles de riesgos que enfrenta.

Eficiencias energéticas: se generan como resultado de la disminución estructural del consumo energético. Por ejemplo, el abandono de la zonificación de los usos del suelo provoca una reducción del número y de la longitud de los trayectos en vehículos de combustión interna, lo cual puede reducir el tiempo total de operación de los motores y por lo tanto el consumo de combustibles fósiles para un nivel dado de actividad de la ciudad. O bien, otro ejemplo puede ser la construcción o habilitación de ecomanzanas, lo que permitiría alcanzar escalas adecuadas de eficiencias técnicas, económica y socialmente rentables, para generar energía eléctrica limpia usando los residuos orgánicos en biodigestores compartidos.

Eficiencias ambientales: se obtienen como consecuencia de la aplicación de estrategias integrales en algunos de los sistemas que forman parte del funcionamiento de la ciudad, como los sistemas de generación de contaminantes o los de manejo de aguas. Por ejemplo, el rediseño urbano de un cruce transitado y contaminado de la ciudad puede contribuir a mitigar las concentraciones de algunos contaminantes atmosféricos, para un volumen dado de emisiones vehiculares, si se consideran aspectos como la morfología y los volúmenes de las edificaciones, la rugosidad de la zona (obstáculos a la formación de corrientes de viento), los materiales de las fachadas, la reflectividad de estas últimas y del suelo, el factor de vista al cielo, los tipos y la distribución de la masa vegetal y los flujos de calor antropogénico. En el caso de los sistemas de manejo de aguas, la construcción de un sistema a gran escala de captación de agua pluvial reduce la demanda de agua bombeada y la extracción de pozos, mejorando la eficiencia del manejo de aguas.

Eficiencias económicas: se pueden encontrar en cada una de las actividades que se realizan en la ciudad y dependen críticamente de los otros tipos de eficiencias mencionadas. Se concretan como reducciones de costos, como una disminución del tipo de poder monopólico generado por la zonificación de los usos del suelo, o como incrementos en la productividad personal y la competitividad urbana. Por ejemplo, una eliminación de los criterios de zonificación puede generar eficiencias espaciales (derivadas de una mayor mezcla de usos del suelo), eficiencias energéticas (menores distancias recorridas de trayectos consumen menos combustibles), eficiencias ambientales (menor consumo de combustibles genera menos contaminación atmosférica y menos daños a la salud), eficiencias sociales (menores tiempos destinados al transporte liberan tiempos para actividades más importantes para la gente) y eficiencias económicas (la suma de los efectos anteriores se traduce en menores costos sociales y ambientales, en mayor productividad personal y en mayor competitividad de la ciudad. Una mejor competitividad se puede manifestar como menores precios de bienes y servicios debido a menores costos de transporte, como resultado de la cadena de efectos generada a partir de la eliminación de la zonificación.

Eficiencias sociales: se observan como beneficios obtenidos por la población a partir de las ganancias alcanzadas con las otras eficiencias. Por ejemplo, el abandono de la zonificación excluyente de usos del suelo y la transformación de espacios construidos en espacios de apoyo colaborativo entre mujeres, liberan tiempos que antes eran destinados al transporte para que las mujeres puedan aprovecharlos en las actividades que les son más importantes. Otros beneficios derivados del ejemplo anterior son la posibilidad de asignar el gasto ahorrado en transporte a otras necesidades y una mejoría en el estado de salud gracias a la disminución del cansancio y del estrés asociados a los traslados cotidianos.

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