Entrevista en La Lista / PorAminetth Sánchez
Su capítulo como comisionada del Instituto Federal de Telecomunicaciones (IFT) terminó en 2019. De inmediato, Elena Estavillo comenzó a pensar en su siguiente proyecto. Quería impulsar una iniciativa lo suficientemente robusta para marcar agenda en el ecosistema digital.
Tras darle vueltas fundó el Centro-i, un think tank que busca producir investigación sobre el rol que el internet, el ecosistema digital y la tecnología pueden jugar a favor de la inclusión social. Todo, dice, para perfilar un futuro sostenible. El laboratorio busca ir más allá de plantear reflexiones, tiene como misión contribuir al debate público y llegar a tomadores de decisiones en la academia, el sector empresarial y, principalmente, con el gobierno, lo que representa un desafío.
“Para el gobierno debería ser una prioridad estarse digitalizando, primero para ser más eficiente y gastar menos dinero”, afirma en entrevista para La-Lista. “Lo digital es más barato que lo tradicional, y eso parece que tampoco se ha entendido”.
L-L: ¿Cuáles son esos resultados que se plantearon para el primer año?
Vamos a estar generando investigación original, lo que nos planteamos es un estudio cada tres meses. Y tendremos nuestras labores de difusión, porque no lo queremos dejar solamente en lo mero académico ni en la reflexión, todo lo que hagamos lo queremos orientar a propuestas de política pública, porque queremos impulsar el hecho de que podemos hacer mejor las cosas, como dice el lema del Centro-i, para tener un futuro mejor.
Eso es lo que queremos hacer: incidir en poder tener un mejor futuro para todos. Toda esta investigación la vamos a estar orientando a generar propuestas concretas y un debate abierto y transparente con la sociedad, a estar tocando la puerta de los legisladores y de los tomadores de decisión, a ir con las empresas para provocar esta reflexión y ayudar a darle solución a todos estos fenómenos.
L-L: ¿En qué entorno nace el Centro-i? ¿Cómo está México en cuanto a una política pública digital?
Casi desde partir de cero y no porque no hayamos hecho nada como país. No podemos negar que hay esfuerzos, por ejemplo, lo que ha hecho el IFT, lo que hizo en su momento hizo la Subsecretaría de Comunicaciones –que lamentablemente ya desapareció pero tuvo acciones muy interesantes en cobertura y alfabetización digital–, y ahora también se generó esta empresa CFE Telecomunicaciones e Internet para Todos.
Entonces no es que estemos en cero, pero se ha hecho poco y tenemos omisiones muy grandes. No tenemos, por ejemplo, una política digital nacional, eso nos lleva a que ni siquiera hay un plan rector para ver hacia dónde nos queremos dirigir y sumar esfuerzos. No lo tenemos y eso si es bien preocupante, porque si no sabemos a dónde vamos, ¿cómo trabajar juntos para lograrlo?
El Inegi está publicando cifras, qué bueno, ya conocíamos algo de eso pero ahora nos lo confirma y lo que nos dice es que la mitad del país no tiene acceso internet. Eso es algo que nos debe levantar unas campanas de alerta tremendas, porque nos habla de una desigualdad muy grande en el país. En medio de la pandemia, esta desigualdad tiene unas implicaciones terribles, porque quienes no tienen internet son las personas que se ven obligadas a salir todos los días a hacer sus actividades, son las personas más expuestas a este terrible contagio.
Tenemos todas las desventajas que ya conocíamos antes: falta de acceso al trabajo, a la educación, a oportunidades económicas, pero ahora además significa que las personas que no tienen internet son las que ponen en más peligro su salud. Sí es una situación de injusticia tremenda y ahí vemos esta relación tan estrecha que hay entre lo tecnológico y lo social. Por eso tenemos que entender cómo aprovechar la tecnología en beneficio de la humanidad.
La tecnología tiene un potencial tremendo y puede mejorar muchísimo nuestras vidas, y no estoy hablando de comodidades, puede ayudar muchísimo en la detección oportuna de enfermedades, en el desarrollo de vacunas –que es lo que hemos estado viendo en este último año–, en llevar educación de diferentes maneras y con diferentes enfoques según de la población, en dar acceso a la justicia en este país que necesitamos tanto.
Hay tantos aspectos de la vida que pueden mejorarse mediante las tecnologías, pero si se aplican sin un plan, sin una sensibilización de fondo, lejos de ayudar pueden crear mayores brechas o provocar que se hagan más profundas.
Esta es una reflexión que hay que llevarla a los legisladores y al Poder Ejecutivo, que ahora mismo está planteando la posibilidad de desaparecer los órganos autónomos. Me parece sumamente preocupante, todos los mexicanos tenemos que entender la importancia que tienen las instituciones para generar certidumbre para proteger nuestros derechos.
Los órganos autónomos se crearon para impulsar y proteger derechos fundamentales. El IFT, por ejemplo, está a cargo de proteger muchos derechos, como el derecho al internet —que ya está reconocido en la Constitución— y toda una familia de derechos digitales, la libertad de expresión, el derecho a la información. Todos estos también están relacionados con derechos políticos.
Estamos viendo, por un lado, esto que es coyuntural en nuestro país pero que es sumamente importante y trascendente. Al mismo tiempo hemos estado empapándonos y muy atentos de una discusión internacional muy rica en la que, lamentablemente, México no ha estado participando y nosotros queremos resarcirlo. Queremos participar en esta discusión internacional porque mientras aquí se está viendo si desaparecen los órganos reguladores, que me parece que es un gran error, en el resto del mundo están viendo el reto que significan todas las plataformas digitales y tecnológicas. Porque impacta no solamente en la competencia, en los consumidores, en la privacidad, en la seguridad, en la posible manipulación de la opinión pública a través de las noticias falsas y que puede tener efectos en los procesos electorales, en la libertad de expresión y en esto que hemos visto en las últimas semanas: si las plataformas deben tener sus propias reglas sobre lo que se puede y no decir, si tiene que haber una regulación por parte del Estado o qué tipo de supervisión necesitan. Todo esto tiene que ver con esta reflexión sobre las instituciones.
Esto ha estado discutiéndose con la mayor prioridad en muchos países, hay propuestas específicas, hay algunos países que ya dieron pasos adelante, por ejemplo, en Europa tienen su reglamentación sobre la protección de datos en el entorno de las redes sociales y las plataformas digitales. Todas esas reglas van emparejadas de un diseño institucional, porque no son nada más las reglas sino quién las aplica y cómo las aplica. Están surgiendo una serie de propuestas, ya sea de tener reguladores especializados que combinen facultades de la regulación tradicional, que es como la que tenemos en México sobre la infraestructura, la interconexión y los operadores con poder de mercado. Todo este enfoque tradicional está evolucionando y muchos países no cuentan con el diseño institucional apropiado.
L-L: ¿Podrías adelantar algo?
Podría adelantar algo, porque esta reflexión nosotros ya la empezamos y sí veo que en México hemos dado algunos pasos, es importante que veamos que muchísimos países que están reflexionando sobre esto tienen una estructura institucional que va más atrás que la nuestra.
A mí me parece muy interesante lo que tenemos ahora en México, claro que tiene que evolucionar. No quiere decir que ya está totalmente adecuado, pero vamos muy adelante en comparación con otros países. Tenemos el IFT, por ejemplo, que es un regulador en un sentido tradicional y técnico, que supervisa la interconexión, la interoperabilidad, cuida con su regulación que haya incentivos para invertir, que haya cobertura, da las concesiones y administra el espectro. Todo esto es lo tradicional, pero lo interesante es que en México este regulador que es bastante joven también es autoridad de competencia y también protege, por ejemplo, los derechos de los usuarios. Además es garante de derechos de las audiencias y del derecho a la información, está encargado también de que haya pluralidad en los medios de comunicación. Esto no lo tienen muchos países.
En las discusiones que se están dando en el mundo, algunas de las propuestas van hacia allá: tener nuevos reguladores con todas estas capacidades para que puedan atender los sectores que tienen muchas aristas. Y aquí en México tenemos estas figuras que sí han sido de avanzada. Tienen que evolucionar, porque hasta ahora la atención a las plataformas digitales ha sido muy tímida, pero no quiere decir que no tengan facultades o que no pueden ir evolucionando hacia ese tipo de regulación. Esa es una fortaleza institucional que tenemos en México, por eso nos pareció un tema muy relevante para arrancar con eso, subirnos a la discusión internacional porque tenemos que estar ahí y aprovechar toda esa reflexión para entender qué tenemos que hacer en México.
Y lo que puedo adelantar es que claro que tenemos que proteger nuestras instituciones y mantenerlas autónomas, y tenemos que mantenerlas con las facultades que tienen ahorita pero no sólo eso, tenemos que asegurar que evolucionen y se fortalezcan. Por eso arrancamos con este estudio, donde veremos todo este panorama de hacia dónde va la regulación internacional, pero sobre todo cómo situar el panorama de México y cómo tenemos que fortalecer nuestras instituciones, no nada más para que sobrevivan y permanezcan sino que evolucionen para lo que vamos a necesitar en este futuro que nos alcanzó.
L-L: ¿Se ignora todo este contexto o por qué se propone la revisión y posible eliminación de los organismos autónomos?
Una buena parte sí es ignorancia. Uno de los elementos que me lleva a señalarlo es que existe un compromiso internacional importantísimo de México firmado en el T-MEC para que siempre contemos con una autoridad independiente, autónoma, reguladora de las telecomunicaciones. Y existen otros compromisos similares para tener una autoridad de competencia. A mí sí me sorprendió la primera vez que escuché esta propuesta y que ni siquiera hubiera una consideración de este compromiso internacional, que significaría una violación abierta al T-MEC.
Ya en los últimos días se ha ido suavizando esta posición, para decir que sí se respetará el T-MEC. Pero a mí lo que me sorprende es que se haya propuesto desde el principio, porque sí pareciera que ni siquiera se revisó esa situación. Esto sí nos apunta a una ignorancia de cuestiones básicas o de apresurarse con ideas al vuelo antes de estudiarlas y de consultar con los especialistas. En México hay muchas personas muy conocedoras de este tema, no nos falta talento pero sí es muy importante que en estas propuestas tan trascendentes estén participando quienes conocen los temas.
Además de eso yo también siento, y ojalá que sea algo que entre a la reflexión, que en este gobierno, que ya no es tan nuevo, no se ha entendido la importancia que tienen los temas digitales. El impacto que tienen las telecomunicaciones en un sentido convergente y amplio en las prioridades de este gobierno, con las que coincido totalmente, de abatir la pobreza, las desigualdades, las injusticias. Pues para eso tenemos algo poderosísimo que es la inclusión digital y empezando por un gobierno digital.
Para el gobierno debería ser una prioridad estarse digitalizando, primero para ser más eficiente y gastar menos dinero. Lo digital es más barato que lo tradicional, y eso parece que tampoco se ha entendido. Se está gastando tanto dinero, por ejemplo, en hacer locales fijos para servicios públicos, cuando se podría hacer mucho más con servicios digitales y con un plan integral que subsidie que las personas tengan acceso a los servicios. Hay muchas maneras de hacerlo, hay que revisar lo que se ha hecho en otros países, tampoco tenemos que inventar el hilo negro pero me parece que no se ha entendido la importancia de promover la digitalización como una prioridad del Estado. Y al revés, han habido recortes de presupuesto para renovar equipo informático, de comunicación, no se está invirtiendo lo suficiente en ciberseguridad y se están generando riesgos muy grandes. Nos falta sensibilizar sobre todos estos temas y la importancia que tienen para el desarrollo del país y para abatir desigualdades.
L-L: Antes de la pandemia teníamos una definición de futuro que ha cambiado. Ustedes, ¿cómo conciben este futuro?
Tenemos la idea de que el futuro lo estamos haciendo hoy. El futuro no es algo lejano ni ajeno, esto es un punto importante, tenemos que estar trabajando en nuestro futuro hoy, todos los días, porque las perspectivas han cambiado: a lo mejor antes hablábamos de futuro y nos imaginábamos algo muy muy adelante y que a lo mejor íbamos a ver dentro de mucho tiempo o muchos años.
Obviamente podemos tener muchas perspectivas de futuro y hablamos del futuro cercano y el lejano, pero finalmente el futuro es hacia donde estamos caminando, cómo vamos a vivir, cómo vamos a enfrentar las circunstancias que nos esperan y que nos pueden esperar mañana o dentro de 10 años.
Pero en todas esas tenemos un margen de acción muy amplio del que queremos estar conscientes y en el que queremos estar actuando de una manera deliberada para que, cuando llegue, ya sea el año que entra o en 10 años traiga mejores cosas para todos. Y eso sí lo podemos lograr, pero tenemos hacerlo de una manera consciente, deliberada y trabajando para tener mejores años adelante de nosotros.
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