Habilitadora de la igualdad de oportunidades
y el acceso a derechos básicos

El acceso a internet es un habilitador de oportunidades económicas y de inserción social, así como para el ejercicio de derechos humanos. La digitalización se ha convertido así en el portal de entrada a la educación, la salud, el trabajo, la información, la libertad de expresión y la justicia.

La transformación digital tiene un enorme potencial para beneficiar a poblaciones marginadas. Aprovechar el potencial de la digitalización permite que la población trascienda las limitaciones de los métodos tradicionales de acceso a la educación, a la salud, al trabajo, al comercio, a los servicios financieros, a la justicia y a muchos otros servicios públicos.

Algunas de las brechas existentes se dan por ejemplo en las zonas rurales frente a las urbanas, en donde la persistencia de la pobreza afecta una parte significativa de esa población. A los problemas de acceso a recursos productivos como agua, tierra y financiamiento, se suman las desventajas de una reducida conectividad física y de telecomunicaciones, que aleja a estos territorios del acceso al conocimiento y la innovación, generando un círculo vicioso que se retroalimenta continuamente. 

La evidencia internacional nos muestra que las múltiples aplicaciones de las tecnologías de la información y la comunicación (TIC) se han convertido en una poderosa herramienta para que la población mejore sustancialmente su calidad de vida, brindando un acceso enriquecido a fuentes de trabajo y oportunidades de negocio, a la educación y la cultura, así como a servicios primordiales como los de salud y los financieros.

Por ejemplo, en materia de salud, el acceso a internet provee de información básica a la población, lo que puede ser de gran utilidad para identificar síntomas o medidas de cuidado y prevención que no requieren de una consulta médica formal. Asimismo, hacer disponible información básica sobre buenos hábitos de cuidado, higiene y salud, lo cual adquiere mayor importancia para cuidar y atender a grupos vulnerables, como adultos mayores, personas con discapacidades y niñas y niños, todo lo cual incide en la salud mental de la población en general, lo que se materializa, por ejemplo, en una reducción de padecimientos como la angustia y la depresión.

También se pueden potencializar los alcances de la telemedicina en una enorme variedad de campos y especialidades. Esto permite intervenciones quirúrgicas especializadas, pero también facilita consultas médicas rutinarias para poblaciones que antes no tenían acceso a ellas. Además de ampliar la cobertura, también se reducen los costos del sistema de salud y mejoran la eficiencia y la eficacia del manejo de recursos humanos y materiales, incluyendo la compra y distribución de medicamentos.

A través de la transformación digital se puede identificar las necesidades de la ciudadanía e incluirla en el diseño de política y servicios públicos, además de promover la transparencia de datos y de la administración pública, construyendo confianza entre ciudadanía y gobierno. También promueve la cooperación de diferentes niveles de gobierno. La transformación digital de los servicios públicos necesita la acción concurrente de todos los niveles de gobierno y la cooperación de los sectores público y privado.

Las nuevas tecnologías de bajo costo pueden llegar más rápido a poblaciones marginadas que la infraestructura tradicional. Por ejemplo, más personas en el mundo tienen acceso a un teléfono móvil que a un W.C. [1] Este alcance de la tecnología se puede aprovechar para cerrar brechas de género, rural-urbana, de ingresos y otras, y que las poblaciones marginadas participen en discusiones de relevancia local y nacional.

Así, lejos de ser un lujo, las múltiples aplicaciones de las TIC actualmente son una poderosa herramienta para que poblaciones desatendidas accedan a todo tipo de satisfactores, a información, a la educación y a la cultura, a servicios de salud, a programas sociales, a servicios financieros, a fuentes de trabajo y a oportunidades de negocio.

Sin embargo, de la misma forma como hemos visto la persistencia y el incremento del reparto desigual de la riqueza a pesar del crecimiento económico, estamos siendo testigos de la permanencia y profundización de la brecha digital con la evolución del ecosistema digital. La brecha digital se está incrementando a pesar del crecimiento significativo de la penetración de los servicios de telecomunicaciones, especialmente de la banda ancha aunado a un mayor acceso de la población a las computadoras y a teléfonos inteligentes.

La desigualdad es un fenómeno que se autoperpetúa, porque quienes están en el extremo más vulnerable no cuentan con recursos para invertir en su salud y educación, lo cual limita su acceso a oportunidades de inclusión económica y social para familias enteras.

Este proceso se da también respecto de la brecha digital, concepto que se refiere a la diferencia en acceso a las TIC. Quienes no lo tienen, no pueden usar estas herramientas para invertir en su capital humano y pierden importantes oportunidades de inclusión social y económica.

Impulsar el uso de tecnología nos puede ayudar a concebir un nuevo modelo de desarrollo que aproveche la evolución del ecosistema digital y el potencial de las TIC para corregir la profundización de las desigualdades y de la brecha digital, de manera que se generen y aprovechen nuevas oportunidades para mejorar el estado de bienestar, la movilidad social y la vida democrática.

Sin embargo, falta mucho para cerrar las brechas digitales y que las poblaciones puedan servirse plenamente de los beneficios potenciales. Para avanzar en esa dirección bajo principios éticos y de igualdad, es imprescindible atender de forma específica a los grupos de la población que sistemáticamente enfrentan barreras para su inclusión: mujeres, personas mayores, con discapacidad, de la diversidad sexual, población rural e indígena, migrantes, a las personas con menores ingresos y con niveles más bajos de educación.

Se requieren acciones concebidas de manera específica para eliminar las barreras que enfrenta cada una de esas poblaciones y que no son las mismas ni actúan de la misma forma, para lograr que los distintos grupos de la población se beneficien plenamente de la digitalización.

Cerrar la brecha digital significa también el cierre de otras desigualdades económicas y sociales, como las que se reflejan en el acceso a la educación, a la salud o a la justicia, de manera que la inclusión digital puede dar paso a una sociedad donde todas las personas, independientemente de su género, edad, origen étnico, el lugar donde habiten u otras condiciones, puedan ejercer sus derechos y acceder a oportunidades.

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 [1] Chakravorti, Bhaskar;  Ravi Shankar Chaturvedi (2017) “Digital Planet 2017. How Competitiveness and Trust in Digital Economies Vary Across the World”.
https://sites.tufts.edu/digitalplanet/files/2020/03/Digital_Planet_2017_FINAL.pdf https://hbr.org/2017/07/60-countries-digital-competitiveness-indexed

 

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